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22/8/13

Nalgadas para la pereza.



Marielena y su silencio. Siempre a solas, siempre pensando con cuidado ya que sus panties se roban la picardía de sus historias. Se le van las horas. Quizá de maqueta en maqueta o  de maquinar una duda para achacársela a otra.

Un escándalo en mis ganas, Marielena, y es que las niñas buenas también merecen que se le vengan en las tetas, le laman el culo y las miren con rabia. Algunos se ocupan de buscar en ella el defecto que les quite el deseo de casarse con ella mientras yo invierto los momentos de ocio de mi imaginación en buscar la forma de hacerla venir y que ella quiera perderse en Los Montones conmigo.

Y es que el toto inocente moja hasta con el dulce soplo del viento, por eso es el celo a la ingenuidad, por eso el cosquilleo en nuestro interior cuando corrompemos a lo que no conoce las excusas ni los pretextos.

Soy una simple unidad en el conjunto de hombrestrabajadoressacerdotescarpinterosprofesoresalbañileschoferesyonkismotoconchistasysankypankystortilleras y demás que quieren bregarte. Una simple coma en esa yuxtaposición.

Marielena y sus estragos causados por pequeñas pajas inspiradas en Mathias Bengtsson y Steven Holl. Porque el cuerpo a veces desconoce de migajas, y más en la madrugada, cuando los brassieres sobran y los panties no sirven ni para limpiarnos la vergüenza.

Es que las niñas buenas también merecen nalgadas de sorpresa para que se les vaya la pereza.


Fernando Peralta Cruz.
New York, NY

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