Aquí nos quedamos,
con la esperanza del fin en los bolsillos
y la inmortalidad que marcan nuestros pasos.
Jugando a inventarnos dioses con pechos de mujer
e infinitos en los labios,
a la luz de la poesía que nos espera,
siempre,
a pesar de nuestra infidelidad hacia lo bello.
Aquí nos quedamos,
en silencio,
con poesía
y muchas camas vacías.
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