…sin embargo, este
es un país donde entre mulatos y negros son mayoría y un zapato
caro los pisa y los hace mierda. Un país donde la garganta de un
hombre grita muerte y la bota de un salvaje lo acerca a ella. Un país
lleno de mujeres con códigos de barras y niños con estómagos
vacíos y llanto: mucho llanto. Funcionarios que ríen, ríen mucho y
revientan los botones de sus pantalones. El país de la
descomposición, de humedad fétida y cinismo.
El país de la
receta para el caos: dos gotas de lluvia o dos pesos en los bolsillos
¡MAGIA! Dos mil imbéciles al volante. Un país empacado en un
envase de foam que se come a sí mismo.
El país de los
ministerios expertos en poner sueños a la venta, de ministerios que
repiten que la isla es inagotable como diciendo sigan,
que esta vaina no se va acabar por más que la jodamos, de
ministerios perpetuando el complejo de Guacanagarix. República
Dominicana, la perra doblegada del FMI. La que teme una invasión
haitiana en el siglo XXI. La wannabe
del
Caribe que apunta al cuello blanco del norte y al más blanco de
Europa. La que anuncia cierre de establecimientos con muchos cojones
y luego los abre con una faldita bien corta y comando.
Un país de burbujas
empañadas y risitas chick,
de
miopía y escasez de cuestionamiento, de tragos y cigarros en una
mano, y celular en la otra. El país que teclea demasiado y siente
muy poco. El país propiedad de los apellidos que terminan en ini,
el
país de los ripios. Un país tomado por los cojones desde que tres
embarcaciones llegaron a invadir con cruces y armas. El país del
fromage
rancio,
del niño que ya no crece con plátanos gracias a su dear
mommy que
le compra fast
food.
El país de partidos
que no liberan, ni revolucionan ni reforman, el país que mal parió
ladrones. El país de los intercambios de disparos, de policías
tristes y gallitos alegres. De militares placebo, de sueldos mínimos
y cinco bocas pidiendo leche. De víctimas de un sistema
hijuelagranputa
catalogadas
de antisociales. De calcomanías reales de perros y gatos en las
avenidas. De caballos con huesos de más y latigazos de sobra.
¿Qué coño es
esto?
Ariel Contreras,
Santo Domingo, Erredé.
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